A quién pueda interesar: Convierte el Síndrome de la Impostora en tu aliado

ODS

“Nunca he pretendido ser más que alguien que expresa con toda su alma que ser una mujer negra duele, y aunque con ese dolor uno ha vivido siempre, no quiero que lo vivan las próximas generaciones.”


Por Gisette Rosas

Hace unos días una amiga cercana, la psicóloga y terapeuta Yania Concepción, me recomendó un libro llamado “El síndrome de la impostora”, de Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot, porque le estuve compartiendo las inseguridades que estoy viviendo al hablar de mi vida profesional. Ella preocupada me recomendó que comprara el libro lo más pronto posible porque me ayudaría a poner en perspectiva muchos de esos pensamientos que me bloquean y me hacen no ver el maravilloso futuro que está en mi camino. Inmediatamente al llegar a casa lo pedí por Amazon porque sentía que era el brazo de rescate que estaba necesitando. Apenas llegó me sumergí en todo lo que tenía que aprender de mi misma.

Lo que sucede es que poco a poco en la medida que pasan los meses me voy dando cuenta de la relevancia que tiene mi trabajo, porque muy pocas veces me detengo a pensar en ello, porque vivo en el día a día de resolver y superar nuevos retos. 

Pero gracias a la inocente pregunta de “¿Cómo estás? En serio”, suspiré y me desahogué como nunca. Justo en ese momento me detuve a visualizar conscientemente los pasos que he dado desde el 2019 hasta hoy, cuando comencé grabando un podcast con mi teléfono escondida debajo del edredón. Me cuesta mucho olvidar ese momento porque lo que menos imaginé es que llegaría hasta aquí, lograr conocer a gente valiosísima y exponer mi vida en las redes sociales.

Yo apenas empiezo a ser tallerista, speaker y podcaster, pero esto lo hago desde las entrañas, desde la necesidad de sanar el dolor mis ancestros o de al menos apaciguarlo. Nunca he pretendido ser más que alguien que expresa con toda su alma que ser una mujer negra duele, y aunque con ese dolor uno ha vivido siempre, no quiero que lo vivan las próximas generaciones. Entonces me corresponde sanar, a través de lo que sé, de comunicar mi historia, mi experiencia. 

Entonces cuando me encuentro con este libro que me dice en la cara que todo lo que tengo es miedo al éxito, me explota la cabeza de pensar en la palabra “éxito”. Ese miedo no debería existir, porque se supone que el éxito es algo positivo,  pero si existe.  Duele y afecta mucho mi seguridad, así como también la forma en la que me comunico. Este síndrome me paraliza los sentidos, me hace creer que no soy suficiente e incluso en exigirme más de la cuenta. 

Quiero compartirles una de las frases que más me marcó “Cuanto mayor es el éxito, mayor es la duda”. Y sí, aunque quizá yo no me sienta exitosa, si lo soy, porque logré posicionar un proyecto que empezó como un hobby, en uno de los podcasts sobre afrolatinidad más importantes del momento. Aunque aún no tengo grandes ganancias económicas de esto, si me ha logrado ubicar en el ojo del huracán para ser vista por otras empresas y así crear alianzas que poco a poco irán creciendo. 


Lo triste es que mis inseguridades están ahí para recordarme de mis defectos, aún debo aprender a callarlas. 

Debemos desafiar la falta de confianza y convertirla en un motor 

Pero todo nace desde creerlo, desde visualizar con los ojos bien abiertos y con la plena confianza de que se está haciendo un buen trabajo. Vivir en la constante creencia de “logré engañar a todo el mundo de nuevo” o “por suerte no me descubrieron” es un círculo vicioso del que no se sale hasta que no entiendes que si eres capaz de crear cosas. Mis ideas si valen. Mi voz importa y no puedo seguir disculpándome por existir. 

En la medida en la que fui avanzando en el libro, fui comprendiendo que se trata de una labor de hormiga, que día a día nos corresponde ir trabajando, paso a paso, para vencer esas sombras que no nos dejan disfrutar del éxito y de todo lo bonito que merecemos. 

Uno de los testimonios que mencionan es el de Michelle Obama cuando “Todavía tengo un poco de síndrome de la impostora. Aún hoy me cuesta entender que haya alguien interesado en escuchar lo que tengo que decir”.

 Imaginen tener todos los recursos, aliados, contactos que tiene la ExPrimera Dama de Estados Unidos, e igual dudar de lo que vales. Esto habla de que tampoco hay una solución para que este síndrome desaparezca, pero creo que sí podemos esforzarnos en hacernos conscientes de que son respuestas del miedo, la baja autoestima y las inseguridades que nos tapan esa luz que está lista para salir y brillar desde dentro. 

También está en la capacidad que tenemos de conocer nuestra historia, de reconocer que nuestro camino no es el mismo, que no todos nacemos con las mismas oportunidades y que quizá nos juzgamos demasiado fuerte. Utilicemos esa indignación, esa sensación de ser menos como motor para levantar la cabeza y seguir. El crecimiento personal es un camino que aunque difícil te va regalando libertad y amor propio. El éxito está en nosotros mismos, está en la capacidad que tenemos de reinventarnos, de seguir adelante, de intentarlo una y otra vez. Así que quizá si te hacía falta un empujón hoy, dale que si puedes, no dejes que una mala noticia te dañe el día. Esto te lo digo a ti y a mi porque me tengo que recordar todo el rato que SI PUEDO, SI PUEDES! 

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